Vacíate del ruido de tu mente; páralo. Muchas veces
es ese ruido incesante el que te impide escuchar la más
hermosa de las melodías.
Sí, respira y escucha. Esa melodía está dentro de
ti; suena en cada silencio, entre latido y latido… Es
la música de tu alma, la voz de tu Ser impregnada en
bellas notas de luz.
Vacíate y escucha la música que te ofrece la vida:
el susurro del viento entre las hojas de los árboles, el
canto del agua corriendo en cada riachuelo, el mágico
sonido de las olas al romper en la arena… Permítete
parar a escuchar.
El mundo está lleno de música; como tu alma, eres
parte de esa música, eres una nota fundamental para la
gran partitura del planeta Tierra. Siente cómo tus notas
encajan a la perfección con el resto de notas de tu entorno.
Todo es perfecto. Sencillamente, fluye y siente
que eres pieza imprescindible para que esa partitura
suene impresionantemente hermosa.