Cada gota en el océano está únida al resto, como
parte de una creación inmensa y maravillosa dentro de
la cual un fabuloso ecosistema se hace presente.
Sois como gotas del océano; en cada ola pretendéis
alejaros de lo que sois, del conjunto al que pertenecéis.
Os aisláis, os perdéis, os evaporáis, pero siempre volvéis
a ese inmenso Todo del que formáis parte.
La soledad como tal no existe, solo es parte de una
invención humana que desde el sentir profundo se hace
innecesaria. El concepto se difumina, pues nunca estás
solo, aunque a veces te encierres en tu ilusoria «soledad
»; es solo parte del camino, momentos de pausa
para encontrarte y sentir que eres más de lo que crees,
que eres necesariamente parte de un océano infinito y
mágico donde todo está unido por una energía cósmica
y sutil. Y en esa certeza sentida desaparece la individualidad,
para dar paso a la unidad.
No estás solo, amigo. Amy te abraza y, con su faro, te
ayuda a encontrar el tuyo para envolverte desde el otro
lado del cosmos. Y si ves el océano, azul e intenso, sentirás
que todo fluye, todo se adapta, todo, mágicamente, se entrelaza.
Sumérgete en tu océano, alumbra con tu faro cada
rincón del mismo para poder sentir el calor de su abrazo
y, de ese modo, podrás sumergirte en el Todo sin temor.
Desde el descubrimiento de quién eres, no hay nada
que temer.